Los imperialistas europeos y gringos jamás perdonarán la valentía y el arrojo de los rebeldes haitianos. Jamás les perdonarán haber roto, al mismo tiempo, las cadenas de la esclavitud y del control de Paris.Y no lo perdonan porque su ejemplo todavía puede incendiar nuestras conciencias, nuestro imaginario.¡Que viva la revolución haitiana!